martes, 25 de agosto de 2009

MANIFIESTO DE LA COCHA



San Juan de Pasto, 24 de agosto de 2009.

Nosotros, abuelas y abuelos, mamos y mamas, médicos y médicas tradicionales, taitas, sabedores de la cultura ancestral y guías espirituales representantes de los pueblos originarios, convocados en Nariño, Colombia, para el Primer Encuentro Internacional de Culturas Andinas, tenemos una palabra para compartir, un mensaje para sembrar en los corazones de quienes nos quieran escuchar.

Agradecemos al Gran Espíritu la oportunidad que nos brinda de vivir este histórico encuentro "TIEMPO DE FLORECER", y al pueblo de Nariño por convocar a través de éste, la unión y el saber de los pueblos originarios de América.

Pertenecemos a pueblos y culturas diferentes, pero reconocemos que desde el sentir de la unidad y la ley de origen, la esencia de nuestro pensamiento y acción es la misma. Para nosotros la diferencia nos complementa, no nos divide.

Nosotros, quienes cuidamos la vida, amamos a nuestra madre tierra, respetamos a nuestros mayores, resguardamos la memoria de nuestras raíces y semillas, la sabiduría ancestral. Nosotros, quienes preservamos la unidad de la humanidad, quienes ofrendamos lo mejor de nosotros al gran espíritu, a nuestra sagrada Madre y a nuestro Padre Sol, tenemos una visión clara de cómo hacer las cosas.

Es importante que reconozcamos más que nunca que cualquier decisión que tomemos hoy, va a tener consecuencias para las generaciones futuras, para nuestros hijos y los hijos de nuestras hijas. Somos responsables del porvenir.

Históricamente, desde la conquista, hemos sido atropellados y engañados por las miradas del mundo que nos han excluido. Denunciamos el abuso y saqueo indiscriminado a nuestra Madre Tierra, el despojo de nuestros territorios y nuestra cultura, el atentado constante contra la vida de nuestros líderes y nuestros pueblos. Somos conscientes que no es suficiente denunciar ante el mundo nuestros problemas, sino también, que se universalice nuestro saber como camino de solución.

Hay quienes nos ven como analfabetas porque no aplicamos los parámetros de sus ciencias, pero conocemos y practicamos los secretos y el alfabeto de la Madre y de la naturaleza, nuestra ciencia tradicional.

Nuestro pensamiento y palabra es nuestra propia vida, por eso es importante este mensaje. Decimos que la Madre Tierra es una sola. Somos hijos que nos calentamos y nos sentimos acariciados por el mismo Padre Sol, pisamos la misma tierra, respiramos el mismo aire y nos bañamos con la misma agua. Nosotros somos hermanos, como los dedos de una misma mano. Nosotros no hablamos del color de la piel, debajo de ella todos somos iguales, por lo tanto debemos trabajar unidos rojos, negros, blancos y amarillos. Respetando el pensamiento de todos, pedimos que nuestro pensamiento sea respetado en la práctica de la reciprocidad.

Evocamos la solidaridad de los pueblos del mundo y la justicia. Así como nosotros facilitamos el fluir de la vida, demandamos poder seguir viviendo de acuerdo a nuestras visiones del mundo y modos de ser propios.

Hemos sido responsables y guardianes de la memoria de la humanidad, y aunque muchas veces intentaron destruirnos, la memoria sigue viva. Esta memoria preservada por nuestros ancestros, que hoy cuidamos y compartimos, es ante todo, la memoria de la vida. Invitamos a todos los pueblos de la Tierra a compartir esta memoria, y renacer desde la semilla de la misma.

Hablamos del derecho a la vida. Respetamos el cambio natural de las cosas, el equilibrio de la vida; entender que en el universo todo tiene su proceso y su tiempo.

La invitación a la Minga del Pensamiento que nos ha hecho el Gobierno de Nariño, las Naciones Unidas en Colombia, y otras instituciones es una señal de la disposición a escuchar la palabra de la sabiduría ancestral por parte de los que ahora tienen la responsabilidad de tomar decisiones. Invitamos al resto de gobiernos del mundo a seguir el ejemplo, dialogar y construir con nosotros un futuro común.

Proponemos la unión de los pueblos originarios y de éstos con los demás pueblos acogidos por nuestra única madre, la Madre Tierra.

Invitamos a comprender y asumir que:

- El agua no es solo un símbolo de vida, sino la vida misma, la sangre de nuestra tierra. Demandamos que el agua se considere un patrimonio de la vida y la humanidad tanto en nuestros territorios ancestrales como en el resto del mundo.

- Continuaremos siendo los protectores de la naturaleza como parte del equilibrio entre el ser humano y la madre tierra.

- Se gesten procesos de integración de las formas de medicina occidental con la medicina ancestral, se reconozca, proteja y promueva como patrimonio cultural de nuestros pueblos las prácticas de curación propias así como sus medios: plantas medicinales, rituales, conocimientos ancestrales.

- Se valore el lugar de la mujer como garante de la vida, transmisora de la cultura y cuidadora de la sabiduría y salud de nuestros pueblos.

- Los pueblos indígenas se rigen por la ley de origen y la ley natural con autonomía, gobierno y cosmovisión propia. Es necesario y un derecho que se nos reconozca como autoridades de nuestro territorio y se consulte con nosotros todas las decisiones que afectan nuestras vidas.

Estas palabras y conocimientos que hemos heredado de nuestros ancestros son nuestro legado a las futuras generaciones, a nuestros hijos e hijas. Con ello garantizamos la permanencia de nuestros propios pueblos indígenas y lo consideramos un aporte y un regalo para la humanidad.

En nombre de la reciprocidad, la justicia y el respeto que nos debe unir, demandamos que se proteja a nuestros pueblos, nuestro saber ancestral como patrimonio espiritual, material e inmaterial de la humanidad.

Cuenten con nosotros para preservar la existencia de la humanidad y de todas las formas de vida en el planeta tierra. Nuestro conocimiento ancestral puede ser acogido como un camino de sanación ante las diversas crisis y violencias que afligen a los seres humanos, la familia, la sociedad, los Estados, la naturaleza.

Nos comprometemos a trabajar y promover desde nuestra fuerza espiritual y cultural para que los gobernantes de la tierra trabajen más con el espíritu y con el corazón, respeten más la naturaleza y se conviertan en preservadores de la vida.

Firmado en La Cocha, Guamués, Pasto, Nariño, el 23 de agosto 2009.

Los pueblos:

KOGI, WIWA, ARHUACOS, INGAS, CAMENTSÁ, SIONA, HUITOTO, MAYA KICHÉ, KOFÁN, LAKOTA, GUANANO, DESANA, SICUANI, MAPUCHE, MAYA MAM, KICHUA INCA, KALLAWAYA, PIAPOCO, MÉXICA, WAYUU.

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Texto e Imagen:
Gobernación de Nariño en: http://int.gobernar.gov.co

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