lunes, 24 de junio de 2019

Día Internacional de la Mujer Trabajadora





   
Claudia Torres Arango *

Ante el desafortunado comentario que un caballero con nivel de educación superior y cargo de responsabilidad hiciera el pasado 8 de marzo, con motivo de la conmemoración del Día de la Mujer, de “que las mujeres con el feminismo perdieron, que debían permanecer en la casa”, opinión que en pleno siglo XXI parece un anacronismo, invito a recordar sobre lo que esta fecha significa, y a reflexionar mirando el camino largo y tortuoso emprendido por la mujer, para conseguir participar en pie de igualdad con el hombre, objetivo cuyas realidad se desdibuja  al ver la problemática de naturaleza universal que afecta a las mujeres y a las niñas en distintos contextos culturales, lo que incluye a Colombia.

Inicialmente, las feministas de los siglos XV al XVIII, provenían de distintos ámbitos sociales, algunas provenientes de la antigua aristocracia terrateniente o de la ennoblecida ralea  cortesana, de la clase media pobre o adinerada, y otras del medio urbano. En los siglos XIX y XX, los movimientos por los derechos de la mujer estaban compuestos, por mujeres de clase media en gran mayoría, cuando la situación de las mujeres de la aristocracia era diferente en virtud a que conservaban privilegios de rango y riqueza, mientras las de la clase obrera y campesina al igual que los hombres de estos grupos sociales marginados, pasaban la mayor parte de la vida luchando por la subsistencia.

Luego, a partir de la Revolución Francesa de fines del siglo XVIII, se planteó la real emancipación femenina, cuando bajo el lema de “igualdad, libertad, fraternidad” las mujeres tuvieron conciencia de que la lucha de clases no significaba la lucha de género, lo que significaba que se debía luchar por la igualdad social. En 1789 Felicidad Louise de Kéralio presenta un “Cuaderno de reivindicaciones femeninas”, al que siguió en 1791 la “Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana”, de Olimpia de Gouges, dos emblemáticos documentos que  al reclamar un trato igualitario hacia las mujeres en todos los ámbitos de la vida, tanto públicos como privados: derecho al voto, a la propiedad privada, a la educación, a pertenecer al ejército, a ejercer cargos públicos, y la igualdad ante la familia y la iglesia, reclamaban la universalización de los derechos humanos.

Consecuentemente surgieron durante esta época clubes femeninos, que se fueron consolidando como un “movimiento”, creándose además un ambiente cultural en el que el matemático, filósofo y escritor Nicolás de Condorcet en 1793, encargado de preparar un texto para la Constitución de Francia, pidió el voto femenino y defendió los derechos de la mujer, los judíos y los negros. Sobre la paridad de los sexos se refirieron otros escritores como el socialista francés Charles Fourier, quien expuso que "el grado de emancipación de la mujer en una sociedad es el barómetro general por el que se mide la emancipación general".

También en Inglaterra, en 1792 Mary Wollstenecraft escribió el libro “Reivindicación de los derechos de la mujer”, en el que argumenta que las mujeres parecen inferiores a los hombres porque no reciben la misma educación, entre otros conceptos. Harriet Hardy Taylor, quien rechazó las tradiciones políticas y jurídica de la subordinación femenina, y que en 1851 escribió un ensayo en Londres a favor del sufragio femenino, estuvo casada en 1851 con el filósofo inglés John Stuart Mill, quien en 1869 escribió “El estado de sujeción de las mujeres”, en el que pedía igualdad “práctica” para ellas, señalando que la solución a esta problemática estaba en la educación, la ley y la política. El movimiento feminista consideraba que el voto femenino dependía de cambios sociales, educativos y económicos, aunque se obtuvo el voto, estos cambios no se dieron.

Otra vertiente en la lucha por los derechos de la mujer y la igualdad, se alinearía dentro del socialismo, donde se asumirían dos frentes: uno contra los gobiernos que intentaban acabar con el socialismo y el otro contra los socialistas varones que se oponían a una igual participación de las mujeres dentro del movimiento. Dentro de este grupo de mujeres, estaban Rosa de Luxemburg asesinada en 1919 y la alemana Clara Zetkin; esta última en su periódico “Igualdad manifiesta que “la causa última de la milenaria posición social inferior del sexo femenino, no hay que buscarla en la legislación hecha por los hombres, sino en las relaciones de propiedad que vienen determinadas por las condiciones económicas.

Finalmente, aunque la primera celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, tuvo lugar en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza el 19 de marzo de 1911, apenas en 1975, la ONU declara el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. No obstante lo anterior y la lucha emprendida por varias organizaciones de mujeres por décadas, incluso desde antes de esta declaratoria aún se requiere sensibilizar a la sociedad en su conjunto y actuar con más determinación contra la violación de los derechos de la mujer, plasmar sus necesidades en leyes y políticas regionales, nacionales e internacionales, y avanzar en programas en contra de la discriminación en la ley, de la violencia sexual, de la mutilación genital femenina y de la trata de personas, en todo el mundo. Esto permite afirmar que sólo cuando la mujer tenga conciencia de su papel dentro de la sociedad, nos acercaremos a la igualdad.

Referencias

·        Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Historia de las Mujeres. Una historia propia. Editorial Crítica. Barcelona. 2009.
·         Feminismo. Enciclopedia Salvat Monitor. Tomo 7, pág. 2592. España. 1969.
·         Día Internacional de la mujer. En: http://es.wikipedia.org
·         Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana. En http://es.wikipedia.org 

* Socia de la SMP de Manizales y Profesora de los Contextos de Astronomía y de CT&S en la U.N. de Colombia. Imagen: Malabares, Escultura del Maestro Alberto Reyes L..
Artículo para la Revista Civismo 462 de la SMP de Manizales. 
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