lunes, 24 de junio de 2019

EL TRABAJO: SU DEVENIR HISTÓRICO





Claudia Torres Arango *

Para algunos el trabajo es una pesada carga que ellos deben sobrellevar hasta lograr la jubilación, o en su defecto ganar una lotería para liberarse de ella; sin embargo, es en el desarrollo de una actividad productiva, donde las personas se realizan y logran el reconocimiento propio y ajeno: no por otra razón, es que generalmente las personas se presentan indicando la labor que realizan o profesión que ejercen.

Aunque el trabajo sólo se circunscribe a una labor o actividad humana, también suele hablarse del "trabajo" que realizan la naturaleza, las plantas para producir oxígeno, el agua y el viento al generar electricidad, aunque el término "trabajo" estrictamente aplicaría, únicamente en la medida en que éste sea controlado y dirigido, y que tenga un “contenido” humano. Aún más, las máquinas no trabajan. 

Es el factor humano que interviene en su concepción, construcción y empleo, el único que puede hacer de ella un medio para el trabajo.

Esclavitud y servidumbre

En la antigüedad fue mayoritario el concepto de que el trabajo material productivo, era una actividad degradante propia de los esclavos, quienes a su vez no eran considerados personas: tal era el caso en Grecia y Roma. Al respecto dice Aristóteles en su concepción de los lugares naturales, hacia los que tienden las cosas: “así como algunos hombres son por naturaleza libres, otros son por naturaleza esclavos”. Sin embargo, el ocio no era la norma para el hombre libre, que “se ocupaba en múltiples actividades como la guerra, la política, el deporte, el culto a los dioses, la especulación intelectual”.

De otro lado, mientras Platón mitiga la idea de naturaleza y condición propia de ciertos hombres, al fundar dicho concepto en el proceso educativo, el cristianismo afirma que no hay hombres libres y esclavos, dado que a todos puede llegar la promesa de la fe. Pese a lo anterior, la Biblia en el Génesis 3:19 dice: “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado”, expresión donde el trabajo pareciera ser un trágico designio.

Ahora, la transición hacia el concepto del "trabajo libre", requirió un lento avance. Luego de la esclavitud, se dio la condición de servidumbre, institución que aparece en el siglo IV en las colonias del imperio romano y a lo largo de la Edad Media, hasta la liberación de los siervos ocurrida en la edad Moderna y Contemporánea. El siervo, aunque era considerado persona y aparentemente tenía una condición libre, no poseía movilidad al estar sujeto a la tierra, a los oficios domésticos y al servicio del señor feudal. Era una condición de atadura a la institución, similar a la de la del esclavo, respecto al amo.

Pero al ir evolucionando la sociedad, ya con el renacer de las ciudades a partir de los burgos ocurrida al final de la época medieval, cuando la tierra y el trabajo pierden protagonismo y van surgiendo las sociedades mercantiles, y se da la concentración de la población en las nacientes urbes, se favorece la libertad y la aparición de los gremios como primeras organizaciones profesionales, integradas por hombres libres.

El trabajo como factor de producción

Desde el punto de vista económico, los factores de producción son: el trabajo que da origen a la sociedad esclavista, los recursos naturales–o la tierra como su factor originario-, el capital que se deriva de los dos anteriores, y el conocimiento cuyo protagonismo se da en la sociedad actual. El trabajo, siempre ha acompañado al hombre. En las sociedades primitivas, la satisfacción de las necesidades propias para la subsistencia requería de la utilización de recursos limitados y de un esfuerzo colectivo para obtenerlos, con lo cual la propiedad de los bienes producidos, necesariamente debería ser colectiva. Surgen entonces los primeros problemas a resolver, como la cantidad recolectada y su costo para obtenerlo, o sobre cómo repartir de la manera más conveniente estos recursos, o quién realizará tal o cual actividad. Aparece entonces la división del trabajo, donde la actividad se especializa.

Con la decadencia del imperio romano y la consecuente supresión de tierras de cultivo, aparece el trabajo asalariado, en el que los hombres ofrecen libremente su fuerza de trabajo, a cambio de una recompensa, dándose origen, en consecuencia, a un nuevo problema: cómo determinar el precio del trabajo: sobre esto, que fue tema de teólogos y moralistas, Santo Tomás de Aquino manifiesta que un hombre será más concienzudo y laborioso, si recibe lo justo.

Posteriormente, con la industrialización conforme se da la decadencia del trabajo artesanal, se introduce el concepto de productividad y de reducción de costos, e implementa el sistema de salario. Los desocupados del campo y del trabajo artesanal forman entonces el “proletariado” que ofrece su trabajo al mejor postor. La "masa" obrera carece sin embargo de protección y surgen en su seno las rivalidades por los puestos laborales, con lo cual el salario, que es el precio del trabajo, decae.

Plusvalía y capital

Los economistas clásicos Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill establecen sus principios económicos y la manera de estimar el salario requerido, para que los trabajadores logren sobrevivir y reproducirse, y de cómo paliar a través del gasto público la miseria e inequidad social. Ya en siglo XIX Marx propone que, dado que es el trabajo el que genera valor sobre los bienes, el fruto de la producción le pertenece a los trabajadores, que son quienes generan la plusvalía, cuantía que adquiere la forma de beneficios, réditos e intereses, pero que queda en manos del dueño de la producción dada su propiedad sobre las materias primas y las máquinas.

En el marco de esta teoría, la plusvalía, que es el mayor valor que adquiere un bien que se transforma, gracias al carácter creativo del trabajo humano, sólo se genera en la esfera de la producción y no en la de la circulación del capital. Es decir, si sólo se produce la plusvalía cuando, mediante el trabajo humano empleando herramientas las materias primas se transforman en mercancías, su realización económica sólo se da en el mercado, cuando se vende el bien.

La administración de empresas también se aplicó a tratar el problema de la productividad en el trabajo, planteando al respecto sus teorías sobre cómo hacer más productivos a los trabajadores. Sobre esto tenemos a Frederick Winslow Taylor con su teoría científica: estudio de tiempos y movimientos, y procesos lógicos; a Henry Fayol con la teoría clásica: división y especialización del trabajo como una actividad mecanicista, y a Elton Mayo con su teoría de las relaciones humanas, en la que introduce aspectos sicológicos y ambientales a la productividad humana.

Mucho se ha dicho en torno al trabajo, tema que en estos tiempos en los que el liberalismo campea y el Estado parece sumergirse bajo el basto océano de los mercados, amerita mayores reflexiones por ser una actividad necesaria no sólo para el sustento, bienestar y calidad de vida, sino también para la realización de las personas, y como tal para la dignificación del ser humano.

* Administradora de Empresas y Profesora de los Contextos de CTS y de Astronomía, en la U.N. de Colombia. Miembro de la SMP de Manizales. Artículo para la Revista Civismo 463 de la SMP. Imagen. Obreros - Fernando Botero

Referencias:

·         Trabajo. Enciclopedia Salvat. España 1969. Pág. 5897.
·         Reyes Ponce, Agustín. Administración de Empresas. Teoría y Práctica. Editorial Limusa. Vigésima séptima reimpresión. Méjico 1981.
·         Vélez Correa, Jaime, S. J y Vélez, Juan Gregorio,S. J.  Aprender a Filosofar. Bibliográfica Colombiana Ltda. Bogotá.

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