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Cuarta Cátedra de Historia Regional de Manizales y Caldas “Alipio
Jaramillo Giraldo”
El Río Cauca en el desarrollo de la región
Gonzalo Duque-Escobar*
Manizales, Sep. 24 de 2019
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RESUMEN: Veamos las
características socioambientales y del desarrollo del Río Cauca, entendiendo su
territorio como una construcción social e histórica, para responder -entre
otras preguntas- las siguientes: siendo el territorio de la cuenca parte
sustantiva de la región Andina, dada su condición mediterránea, ¿qué hacer desde
el Eje Cafetero para convertir su posición geoestratégica en una ventaja
competitiva?; partiendo de sus fortalezas naturales y culturales, y grado de
conurbación, dada su problemática ambiental, ¿cuáles son las opciones de
desarrollo regional?; y dadas las limitaciones y deterioro del patrimonio
hídrico y alto nivel de concentración demográfica, en el marco del cambio
climático ¿qué ocurrirá y qué hacer en toda la Región Andina de Colombia?
Referencia: Ponencia para la 4° Cátedra de Historia Regional de Manizales
y Caldas “Alipio Jaramillo Giraldo”. Auditorio Tulio Gómez Estrada. Universidad
de Caldas. Manizales, 24 de Septiembre de 2019.
Imagen 01: Cuenca Cauca-Magdalena y río Cauca.
Wikipedia y Revista Semana.
El Río Cauca con un
caudal medio de 1500 metros cúbicos por segundo, además de ser el afluente más
importante del Magdalena y el segundo río más importante de Colombia, en su
recorrido de 1204 km de longitud entre el macizo Colombiano y el Brazo de la
Loba en la Depresión Momposina, pasa por siete departamentos, dos de ellos
(Antioquia y Caldas) compartiendo cuenca con el Magdalena, y recibe entre las
cordilleras Central y Occidental afluentes como los ríos Nechí, La Vieja,
Risaralda, Medellín y San Juan, que bañan una cuenca hidrográfica de 63.300
km².
Mientras la región
andina cubre el 24% del territorio nacional emergido, y está habitada por el
65% de los colombianos, la cuenca del Cauca abarca el 11% del área continental
y en ella habita el 25% de la población establecida en 183 municipios de Cauca,
Valle del Cauca, Risaralda, Caldas, Antioquia, Sucre y Bolívar. Los municipios
ribereños de primer orden son 87 y los de segundo orden 103. Y las ciudades
capitales que se encuentran dentro del área de influencia geográfica del Río
Cauca son: Cali, Manizales, Medellín, Pereira y Popayán.
Colombia, un país que no
ha tenido visión marítima y que ha estado de espaldas a sus hidrovías, se
encuentra entre los países más ricos del mundo en patrimonio hídrico, ocupando
el séptimo lugar por su disponibilidad de 2.132 km3/año. El país cuenta con
cuatro vertientes: Caribe, Pacífico, Orinoco y Amazonas; en la del Caribe con
cerca del 70% de la población asentada encontramos la gran cuenca de los ríos
Cauca y Magdalena cuya extensión es de 250.000 km², donde se vierten sin tratar
las aguas servidas de unos 15 millones de habitantes de 637 municipios, y donde
la erosión de las vertientes genera los sedimentos que impactan el territorio
con sus ecosistemas. Otro factor que ha disminuido la calidad de los cuerpos de
agua, es la minería de oro por la polución de agua con mercurio.
Contrario a lo que
ocurre en economías más desarrolladas, al estudiar las poblaciones ribereñas y
vecinas al Río Cauca, por ser la que se beneficia directa o indirectamente de
él, pese a la disponibilidad de los recursos hídricos, la cercanía no es
sinónimo de mejores condiciones socioeconómicas ni de una mayor calidad de
vida. Para tener acceso efectivo al agua, no basta con que la población esté
localizada cerca de las fuentes hídricas. Si bien esta es una condición
necesaria, no es suficiente cuando el recurso no tiene las características
mínimas de calidad, o cuando las dinámicas hidrogeológicas afectan a sus
pobladores.
Notas históricas
Imagen 02: Presidencias de Santafe y Quito en 1564 y
Carta de la Gran Colombia en 1824. In: Wikipedia.org
Para el Río Cauca, medio
fluvial que sirviera para la comunicación a las comunidades indígenas asentadas
en sus riveras, aunque se sabe que los aborígenes lo llamaban Bredunco, a
diferencia de lo que ocurre con el nombre Yuma para el río Magdalena, no
existen consenso ni evidencias sobre el origen amerindio del nombre. Los Caribes,
una familia de pueblos con diversidad de lenguas, del Nor-Este sudamericano de
unos 3700 años de antigüedad, que a partir del siglo XI penetraron las cuencas
de la Región Andina, dieron origen a Muzos,
Pijaos, Panches, y Motilones,y dejaron como herencia expresiones tales
como: balaca, cabuya, cacique, caníbal, chicha, fotuto, guaca, iguana, manatí,
piragua, arepa. Pero los Caribes son una oleada que encuentra el
territorio colombiano ya poblado, puesto que el Hombre entró a América por
Bering desde hace 12 mil a 14 mil años y en un milenio pobló el continente.
De ser verdadera la
tesis de la expansión Caribe dando origen a otras naciones ellos encontraron
Culturas Precolombinas preestablecidas más evolucionadas o asentamiento de
otras ya desaparecidas en Colombia, como lo fueron la Calima, Malagana, Muisca,
Quimbaya, San Agustín, Tairona, Tierradentro y Tumaco. Veamos sus lugares de
asentamiento y fechas correspondientes.
Por fuera de la cuenca
del Cauca, sobresalieron los Muiscas de la tercera o cuarta oleada de
pobladores del Altiplano, ocurrida entre el 500 aC y 800 dC; los Taironas de la
Sierra Nevada, aunque sus antecedentes parten del 200 dC, hacia el año 900 dC
en el período Nahuange, se consolidan y aún sobreviven; la San Agustín, cuyos
antecedentes se remontan al siglo VII aC, floreció en el Alto Magdalena entre
el 300 dC y 800 dC; y la Tumaco que se difundió por la costa vecina a Colombia
y Ecuador, muestra vestigios fechados del 600 aC en La Tolita y del 300 aC en
Tumaco.
Y ya en la cuenca del
Río Cauca, la Calima que surge en el Valle del Cauca el año 8000 aC, llega al
1552 dC; la Malagana tuvo su aparición entre los años 70 y 140 dC, en las
estribaciones media y alta de la cordillera occidental sobre la zona centro del
departamento del Valle del Cauca; los Quimbayas que se ubicaron en el Cauca
Medio tuvieron dos períodos: el Temprano o Clásico (500 aC-600 dC) y el Tardío
(800-1600 dC); y la de Tierradentro en el Departamento del Cauca y cuyos
herederos son los Paeces, una cultura que existió desde el 1000 aC hasta el
1600 dC. Es probable que los Quimbayas tengan ascendencia Caribe, así su
orfebrería, tejidos y manejo del oro supere la de los pueblos afines señalados.,
La primera visión del
territorio, se consolida en 1539 durante el encuentro de Nicolás de Federmán Gonzalo
Jiménez de Quesada y Sebastíán de Belacazar acordando sus pretensiones
territoriales para al arbitraje de la corona. Mientras Federmán llegó de
Venezuela por Sumapaz, y Jiménez de Quesada remontó el Magdalena para llegar al
Altiplano, Belalcázar y Robledo entraron por el sur y avanzaron aguas abajo por
el Cauca: el primero hasta Popayán de donde pasa al sur del Huila encontrando
el nacimiento del Magdalena, y el segundo llegando hasta Santafé de Antioquia
para fundarlo a órdenes de Belalcázar. En 1500, Rodrigo de Bastidas pasa por la
Guajira y emprende su viaje hacia el Oeste, observando la Sierra Nevada
de Santa Marta y las tierras bajas vecinas; al llegar a la desembocadura
de un gran río el día consagrado a Santa Magdalena, lo llama Magdalena.
Dicha exploración y
conquista, abarcó un período de medio siglo en la Nueva Granada, que va desde
el descubrimiento de nuestras costas caribeñas por Alonso de Ojeda,
entrando primero por Coquibacóa (1499) y luego por Turbaco y San Juan de Urabá
(1510), hasta la fundación de Santa Fé de Bogotá (1538) y de Mariquita (1551)
por Gonzalo Jiménez de Quesada. En ese período se fundaron Popayán – Cauca
(1536), Santiago de Cali – Valle (1536), Yumbo – Valle (1536), Toro – Valle
(1537), Timaná – Huila (1538), Anserma – Caldas (1539), Cartago – Valle (1541),
Arma – Caldas (1542) y Santafé de Antioquia (1541).
Por la dificultad de
transitar desde Santa Fé atravesando los valles profundos y cálidos del
Magdalena y el Cauca, para llegar al Alto Cauca —Cali y Popayán, y a
Pasto, -máxime cuando las tierras altas de Popayán y las mesetas secas y frías
de Pasto ofrecían el mismo aspecto del lado de Ecuador— este territorio estaba
adscrito a la presidencia de Quito.
Sin olvidar que en 1700,
siglo y medio después de la fundación de Popayán, de Cartago y de Santafé de
Antioquia, en la población nativa persistían prácticas culturales tradicionales
de los pueblos indígenas dominados, que se resistieron a jugar un papel pasivo
y de asimilación para no romper radicalmente con su forma de vida ancestral,
logrando participar como agentes activos de transformación del territorio
(véanse Paeces y Guambianos al Sur , y Emberas y relictos de la nación de los
Anserma en la cultura Umbra), examinemos de ahí en adelante la evolución social
y económica que transformará el paisaje de la cuenca y su área de influencia.
Hacia la segunda mitad
del siglo XVI, los conquistadores ya habían sometido o desplazado a las
poblaciones indígenas, y creado una red de poblados que partiendo de Cartagena
y Santa Marta llegaban a Santa Fé, con lo cual durante la conquista y la
colonia el río navegado en canoas y balsas, será la ruta del Caribe a la sede
de la Real Audiencia (1550), en lo que entonces se denominaba “Nuevo Reino de
Granada”. Esta situación no se dará por el Cauca, un río donde el cañón de la
cuenca media, con sus frecuentes rápidos impide la navegación continua.
Mirando entonces el
territorio que nos ocupa desde la colonia hasta la naciente república, como una
construcción social e histórica, inciden en él la caucanidad y la antioqueñidad
como dos determinantes culturales, relacionados con los modos de producción de
la minería, cuyo auge parte del siglo XVI cuando la Nueva Granada producía el
39% del oro mundial y la mayor mina del orbe era Quiebralomo, y desde 1800 con
la actividad agraria, que gracias a la Colonización Antioqueña avanzando por
varios frentes, florece en el Siglo XIX en el sur de Antioquia y norte del
Valle, y penetra el Nor-Occidente del Tolima y Oriente caldense.
Primero, en la minería
aurífera los modos de producción fueron diferentes: en la Provincia del Cauca
responsable del 70% de la producción y cuyos dominios iban hasta Urabá y
Amazonas, se soportaba en la esclavitud con tres grandes centros ubicados en
Chocó, Barbacoas y Quiebralomo; y en la Provincia de Antioquia, responsable del
20% de la producción de oro, se basó en el trabajo del minero independiente,
con explotaciones primero en Remedios y Cauca medio, y luego en otros lugares
de su escarpado territorio, al cual se le anexarán mas tarde las tenebrosas
selvas de Sonsón concedidas por el Tolima Grande.
Segundo, mientras el
modelo agrario caucano era el del latifundio soportado en un régimen de
servidumbre, tal cual ocurría en Cundinamarca y Santander, el de la producción
en las tierras colonizadas desde el siglo XIX en el sur de Antioquia,
donde la ocupación del territorio surge del trabajo en el minifundio propiedad
del colono, el modo de producción que primero responde a un modelo de economía
familiar de subsistencia, se transforma en un modo capitalista a partir de la
introducción del caucho, y luego el café, sistema cuya expansión se dará
al concluir las guerras del siglo XIX, gracias a la exportación cafetera y a la
posterior creación de la Federación (1927).
La navegación fluvial
Imagen 03: Esclavos negros
en la boga por el Magdalena – Thomas C. Dawson-, y Vapor Cali por el Cauca en
Puerto Mallarino (Juanchito) 1920 – Expovirtuales del Valle-.
Pacificadas las tribus
hostiles, los encomenderos del Bajo Magdalena, residentes en Mompós, Tenerife y
Tamalameque, empezaron a utilizar la mano de obra indígena para la pesca y la
cacería del manatí, y para la navegación en bogas de unos 60 pies de largo por
cuatro de ancho, tripulados por 10 o 12 indios, con una capacidad de doce a
catorce toneladas, y en los que el trayecto de Barranquilla a Honda, duraba de
cuarenta y cinco a sesenta días.
Pero las duras
condiciones de trabajo a las que fueron sometidos los indios dentro de la boga,
así como las condiciones malsanas de la ruta, obligaron hacia finales del siglo
XVI e inicios del XVII a la introducción del esclavo africano, hasta que en
1598 por disposición del Concejo de Indias, la boga indígena legalmente llega a
su fin. Continúa así la navegación hasta primeras décadas del siglo XIX, cuando
se intenta llevar a cabo el proyecto de navegación a vapor para sustituir la
boga, canoas y champanes. Sin embargo, el carácter inestable de la naciente
república sumergida en guerras civiles y conflictos regionales desde su
creación, hace que la navegación a vapor, que por falta de carga no prosperó
cuando Santander la concesionó en su primer gobierno, se dilate hasta la
segunda mitad del siglo XIX, cuando el café como motor de la economía
agroexportadora, de un lado, y el régimen liberal del otro, conducen a la
intensificación y una mediana regulación de la navegación a vapor, solo por el Magdalena.
Entre Barranquilla y Honda, el viaje tardaba entre ocho y nueve días en estos
vapores de tres pisos abiertos a todos los vientos, que no tenían baño a
bordo, puesto que eran embarcaciones de carga.
Aunque el primer
ferrocarril que se construyó en Colombia fue el de Panamá (1855) -obra que
explica haber tenido la primera metrópoli de Colombia en el istmo-, con la
construcción del Cable Aéreo Manizales-Mariquita por los ingleses (1913-1922) y
del Ferrocarril de Antioquia (1874-1929) entre Medellín y Puerto Berrío por el
cubano Francisco Javier Cisneros, medios que transportarán café, dos medios que
reducen fletes y tiempo 20 veces con relación a la arriería, y también con la
llegada del tren a Girardot en 1908 conectando el Altiplano y la Capital de la
República con la hidrovía del Magdalena, ganan terreno los vapores por la
hidrovía.
En el caso del Río
Cauca, la movilización y actividades, que durante siglos se llevó a cabo en
balsas y canoas impulsadas manualmente, con obvias restricciones de capacidad
de carga por el tipo de embarcación y restringida a la cuenca alta en el valle geográfico
que lleva su nombre, cambió a finales del siglo XIX con la navegación a vapor
entre Puerto Simmonds (Cali) y Puerto Sucre (Cartago), cuando en 1883 el
gobierno le otorga al alemán Juan B. Elbers el permiso para emprenderla, aunque
su implementación y puesta en marcha tarda hasta 1888, dadas las dificultades
financieras y logísticas en un medio de precaria carga. No obstante el río, por
donde transitaron vapores durante medio siglo, fue determinante para el proceso
de integración vallecaucana y la primera fase de expansión de los mercados en
el posterior desarrollo social y económico del territorio.
El tren
Imagen 04: Ferrocarril del Pacifico (1917),
Estación Manizales del Ferrocarril de Caldas inaugurada en 1927, y Ferrocarril
de Antioquia (1919). In: (Expovirtuales C de H de Manizales y Gabriel Carvajal).
El tren, un modo de
transporte eficiente moviendo volúmenes significativos de mercancías y materias
primas entre grandes centros de producción y consumo, ubicados a distancia, articulando
puertos secos o marítimos, e hidrovías, es la clave para un sistema intermodal
de carga. No obstante, la construcción del puente Carlos Holguín en Puerto
Mallarino (o Juanchito) para la conexión Cali-Palmira (1921), y sobre todo la llegada
del Ferrocarril del Pacífico a Cali (1915), marcarán el inicio de la decadencia
del transporte fluvial, hecho que se concreta en la década de los años veinte
cuando el modo férreo sin exigir trasbordo conecte a Cartago (1923) con el
Pacífico, y se aproveche paso por el Canal de Panamá inaugurado en 1914, al
tiempo que se irá consolidando la carretera como medio de transporte de carga y
pasajeros a lo largo del río, así entre tanto haya persistido en sel río el uso
de barcazas y canoas pequeñas sin sufrir las contingencias que en temporadas
secas e invernales afectaban la navegación de los vapores.
Para entonces, el
proyecto ferroviario nacional se centraba en tres importantes troncales: una de
ellas que comunicaría a la capital del país con el puerto de Buenaventura, y
las otras dos troncales a lo largo del Cauca, primero hacia el Sur para
conectar a Pasto y Popayán con Cali y Cartago, y segundo extendiendo la línea
hacia el norte por la orilla del Río Cauca, para concluir en un puerto vecino a
la Boca de Tacaloa donde se unen los dos brazos del Magdalena que forman la
isla de Mompós, lugar hasta donde remontarían los barcos provenientes del
Caribe. Para ese proyecto, luego del arribo del ferrocarril a Cali en 1915, la
empresa ferroviaria dispuso el inicio del trayecto hacia Popayán, pero la línea
solo arriba en 1925. La Carretera al Mar entre
Cali y Buenaventura, se construye entre 1926 y 1945, y la Carretera
Bugalagrande-Sevilla (vía Armenia) inicia en 1926, legó a Sevilla en 1932 y a
Caicedonia en 1938.
También en 1915, empieza
la construcción del Ferrocarril de Caldas, una línea de 117 km entre Cartago y
Manizales, que llega primero hasta Pereira en 1920, y debe esperar nuevos
recursos hasta 1924 para ser reiniciado al doble del costo previsto, para
concluir con un total de 11 túneles en Manizales, en 1927. La construcción del
ferrocarril de Antioquia entre Medellín y Puerto Berrío de 193 km, iniciado en
1875 y concluido con el Túnel de La Quiebra en 1929, , empalmará con la línea
de Amagá (1911-1933) como extensión de 144 km del Ferrocarril de Antioquia,
entre Medellín y La Pintada, y sólo se empalmará con el Ferrocarril del
Pacífico en 1941. Debe advertirse que los Ferrocarriles Nacionales de Colombia,
una empresa creada tardíamente en 1954 y luego víctima de las empresas
camioneras y decisiones políticas erradas, a pesar de movilizar más carga a
costos menores respecto a la tractomula de contar con carga suficiente, palidece
tempranamente en la segunda mitad del siglo XX.
Aspectos geofísicos y
biofísicos
Imagen 05: Planta y Perfil de la Cuenca del Río
Cauca. Fuente: Río Cauca: la geografía económica de su área de influencia.
Aunque la geología
explica las tres cordilleras en los Andes más septentrionales de América, a
partir de sendos Procesos asociados a las placas tectónicas en el Paleozoico y
Mesozoico, y de un levantamiento de sedimentos en el Cenozoico, el plegamiento
andino del Mioceno ha dado lugar a su configuración actual y a sus valles
interandinos, además de la ocurrencia de ciclos ígneos durante el
Plioceno-Pleistoceno, que explican sus elevaciones actuales, y en particular
los tres segmentos volcánicos: Galeras, Huila y Ruiz-Tolima.
Según estimaciones del
IDEAM, en Colombia la precipitación media anual es de 3000 mm con una
evapo-transpiración real de 1180 mm y una escorrentía medial anual de 1830 mm.
Teniendo en cuenta lo anterior, del volumen de precipitación anual, 61% se
convierte en escorrentía superficial generando un caudal medio de 67000 m3/seg,
equivalente a un volumen anual de 2084 km3, que escurren por las cinco grandes
regiones hidrológicas que caracterizan el territorio nacional continental, de
la siguiente forma: 11% en la región Magdalena – Cauca, 5% en la región del
Caribe; 18% para la región del Pacífico; 34% en la región de la Amazonia, y 32%
en la región de la Orinoquia.
En relación con la
variabilidad espacial de la escorrentía, la región Magdalena-Cauca se
caracteriza por presentar valores en la media de 1000 mm, cuantía que también
se corresponde con la escorrentía promedio del alto Cauca. Además, en el medio
Cauca alcanza 1500 mm y en el bajo Cauca, a la altura de su desembocadura en el
río Magdalena a 17 msnm, la escorrentía llega a los 1700 mm. De otro lado, en
cuanto a los rendimientos hídricos, la gran cuenca presenta valores que varían
entre 10 y 92 lt/seg/km2, rendimientos que son comparativamente bajos frente a
las demás regiones del país. Y en oferta de agua subterránea, el 36% de los
recursos dinámicos se encuentra en la cuenca de los ríos Atrato y San Juan,
seguido de la cuenca del Río Cauca con 25% y del Altiplano Cundiboyacense con
un 10,5%, valores que en conjunto equivalen al 75% de los recursos hídricos
subterráneos del país. Mientras el recurso dinámico a nivel nacional es de
10,539 km3/año, en la Cuenca del Río Cauca su valor llega a 3 km3/año.
En cuanto a la biota del
Río Cauca, los bosques de montaña presentan una diversidad que incluye enclaves
secos en las estribaciones cordilleranas y valles de salida de los ríos, donde
las precipitaciones varían entre 500 y 1000 mm anuales. La diversidad de
especies y endemismo, que en las altitudes inferiores a los 1000 msnm es alta,
con el gradiente altitudinal produce una rotación rápida de especies con
reemplazos congenéricos. No obstante, si la diversidad dentro de cada cinturón
altitudinal es baja, a lo largo de un gradiente altitudinal resulta alta. Por
ejemplo, el número de especies de aves que en cada cinturón puede ser inferior
a 200 especies, en un gradiente altitudinal puede exceder las 500,
especialmente a la altura del bosques montano bajo.
La fauna ictiológica,
presenta alta diversidad en la composición o grado de diferenciación de las
comunidades de especies y endemismo, gracias a que los bosques montanos cubren
altitudes desde 1000 hasta 3000 msnm, e incluyen los cinturones altitudinales
subandino y andinos con presencia de bosques muy húmedos en la parte media y
superior, donde el régimen bimodal tiene precipitaciones de hasta 3000 mm/año.
La importancia de la
cuenca
Imagen 06: Nechí en el Bajo Cauca y Jarillón del
Río Cauca – Oriente de Cali. Fuente: Radio Nacional y Colombia Informa.
Entre los prospectos
minero-energéticos identificados por Gabriel Poveda Ramos (2006-2016), para Caldas,
propone rescatar la existencia de filones de oro en Manizales, Marmato,
Riosucio y Supía, de cuyas las jaguas y gangas sumadas a las de otras explotaciones
se podría obtener apreciables cantidades de sulfuros de zinc, de plomo, de
hierro, de cobre, de antimonio y de arsénico, o zinc metálico y sus derivados,
y podría asegurarse suficiencia para una planta de producción de zinc metálico
y óxido de plomo; aprovechar el manganeso de Apía y Viterbo, popr ser el
yacimiento minero-metálico más importante de Caldas; montar industrias de
transformación para la producción de silicato de sodio, sílice-gel y carburo de
silicio, a partir de las arenas silíceas de alta pureza en cuarzo (SiO2)
existentes en Pueblo Rico y el Valle del Cauca, y posiblemente en el distrito minero
Riosucio-Supía-Quinchía, que se complementarían con otras de Antioquia y Tolima;
aprovechar los materiales calcáreos de una inmensa cadena de yacimientos de
calizas que parece inferirse en el oriente caldense, desde el centro de Tolima hasta
el nordeste de Antioquia, y los de la vertiente de la cordillera entre Manizales
y Aguadas, para proveer una industria de carburo y fosfatos fertilizantes que
en un plano de mayor nivel de desarrollo daría origen a plantas de acetileno,
cianamida, cloruro químicamente puro y cemento.
A lo anterior, se añadiría
la exportación por Urabá, Cupica y Buenaventura, de carbón térmico de alta calidad
(duro, bajo en azufre), cuyas reservas medidas según la UPME son de 126
millones de toneladas en Antioquia, Valle y Cauca, de mineral de 5000 calorías
por kg según la UPME; complementadas con 412 millones de ton de carbón de 6000
calorías por kg existentes en Córdoba y 412 millones de toneladas de carbón de
7000 calorías por kg existentes en Cundinamarca y Boyacá, para financiar el
sistema ferro e hidrovías del sistema intermodal de carga que se propondrá.
No obstante, el gran
auge y crecimiento en los últimos años del sector minero, ha generado una serie
de incógnitas sobre la verdadera importancia y el impacto positivo que pueda
tener la actividad minera en el desarrollo económico y social del territorio,
máxime cuando miles de explotaciones son ilegales, lo que hace necesario
un trabajo interinstitucional por parte de las entidades ambientales y
del sector minero, desde sus competencias, planes corporativos, planes de
desarrollo y de ordenamiento territorial, con lineamientos claros y
articulados, para que la minería se legalice, sea amigable con el medio
ambiente y se transforme en una oportunidad de desarrollo de las comunidades.
Al respecto, las
conclusiones y propuestas sobre la responsabilidad y la sostenibilidad de la
industria minera el Foro del Bajo Cauca del 2014, en el llamado “Diálogo de
saberes y oportunidades de región”, resultan fundamentales para lograr la
responsabilidad y sostenibilidad de la industria minera en este territorio
flagelado por dicha problemática socioambiental, asociada a un modelo
extractivista de los recursos naturales que vulnera derechos fundamentales y
colectivos, y desconoce procesos organizativos locales con alcances
ambientales, territoriales, sociales y económicos.
A la importancia de la
cuenca del Cauca como hábitat de millones de habitantes y fuente de riqueza por
las actividades productivas que alberga, entre las que sobresalen la generación
eléctrica, el cultivo de café, la industria azucarera, la explotación minera,
la actividad agropecuaria y otros sectores industriales, deben sumarse, además
de las problemáticas de la sedimentación fruto de la deforestación en zonas de
alta pendiente, de la contaminación urbana por vertimientos residenciales,
industriales y agrícolas, de la fragmentación de los ecosistemas, los
conflictos del suelo, las tensiones relacionadas con el ejercicio del gobierno
y la autoridad relacionadas con problemáticas como la presencia de actores
armados, narcotráfico y grandes inversionistas, y múltiples problemáticas del
orden social, no sólo en los medios urbanos sino también en los rurales, por
hacer parte de la dimensión socioambiental que gravita en los escenarios
rurales de toda la cuenca. De las siete zonas agropecuarias de mayor
productividad del país, una está al sur (Túquerres –Ipiales), tres aparecen en la cuenca del Magdalena (Altiplano
Cundiboyacence, Valle del Magdalena y Región Sinú San Jorge) y cuatro
benefician a la región: la zona cafetera, la alta Cordillera Central, el valle
del Cauca y el valle del Magdalena.
Tanto en el Alto Cauca
como en el Bajo Cauca, gravitan problemáticas comunes y propias del medio rural
colombiano: , como lo son: la débil presencia del Estado como responsable de
las políticas agroindustriales y pecuarias, contemplando acciones acordes con
las necesidades del territorio orientadas a reducir, además de la brecha de
productividad e ingresos, las tasas de miseria y pobreza, y el índice de
necesidades básicas insatisfechas (NBI); la alta concentración de la tierra
cuyo índice Gini para Colombia en 2009 alcanzó 0,88, y el escaso acceso a la
tierra por pequeños y medianos campesinos, y comunidades afrodescendientes e
indígenas, y el alto nivel de pasivos ambientales relacionados con el deterioro
de tierras y ecosistemas, y la contaminación hídrica, además de la pérdida de
saberes ancestrales consecuencia de la desestructuración de la economía
campesina de carácter artesanal y de la agricultura autártica para darle paso a
la agricultura moderna intensiva en productos químicos.
Habrá que tener en cuenta
que el territorio es complejo, el río baña tres regiones: las dos primeras en
la región Andina, pasando por dos escenarios antagónicos: después de salir de
la cuenca alta y recorrer desde su nacimiento en la laguna del Buey del Macizo
Colombiano hasta Salvajina, continuar por la fértil región natural el valle geográfico
del río entre Suárez (Cauca) y la Virginia (Risaralda) donde la corriente de
suave pendiente es meándrica, entra a la cuenca media al pasar por el Eje
Cafetero y Antioquia, donde el río que incrementa su pendiente y se encañona
con su cauce tortuoso no es navegable; para finalmente entrar a la cuenca baja
desde Tarazá (Antioquia) y bañar en el Bajo Cauca tierras de Sucre y Bolívar
hasta su desembocará sobre el Brazo la Loba del Magdalena, en la Mojana. Igualmente, se deberá hacer una segunda
diferenciación para separar las cabeceras urbanas ribereñas de primero y
segundo orden, del resto de cabeceras más retiradas que poca o ninguna
relación tienen con el Cauca. El grupo de municipios ribereños,
representa cerca del 20% del PIB total y del 20% de la carga del país, y los de
tercer orden aportan otro 10% del PIB y un 20% adicional de la carga generada.
Ahora, mirando hacia el
sur, durante la primera mitad del siglo XX el departamento del Valle del Cauca,
se preocupa por integrar dos regiones históricamente separadas: la oriental,
amplia, plana con usos del suelo soportados en una estructura latifundista y
dotada de carretera y ferrocarril, y la occidental más angosta y montañosa,
pobre en conectividad, y donde la colonización favorecida por la extracción
minera se complementa con la producción agrícola minifundista. Y mirando hacia
el norte de la cuenca, en los municipios ribereños del Río Cauca, tanto en los
de Antioquia (Nechí, Caucasia, Cáceres, Tarazá y Valdivia, en el Bajo Cauca)
como en los que hacen parte de la región Caribe, al examinar indicadores como
las NBI y nivel de cobertura y calidad de SSPP, parece evidente la desventaja
que enfrenta la población ribereña en comparación con los municipios o
cabeceras más alejados y no vinculados al río. A esa asimetría se suma la
vulnerabilidad climática y la complejidad social relacionada con la ilegalidad
y los actores armados, además de la ausencia del Estado.
Caña de azúcar
Imagen 07: Caña panelera (TV Agro) y Transporte de
Caña en Ingenio de Candelaria (Semana.com).
La caña de azúcar llegó
al valle del Cauca traída por Sebastián de Belalcázar. Desde la Colonia hasta
comienzos del Siglo XX, la producción de panela, azúcar y mieles fue artesanal
y así permaneció. Si para 1930 había tres ingenios en el Valle del Cauca:
Manuelita, Providencia y Riopaila, y en 1959 nace Asocaña, tras el bloqueo a
Cuba en los años 60 por parte de Estados Unidos, la industria azucarera se
expande hasta completar 22 ingenios.
Hoy, con 13 ingenios y
cinco destiladoras, cuando los cultivos abarcan 225.560 hectáreas en 47
municipios, desde el norte del departamento del Cauca hasta Risaralda, la
estructura institucional del sector azucarero colombiano está conformada por el
Centro de Investigación de la Caña de Azúcar de Colombia (CENICAÑA), la
Comercializadora Internacional de Azúcares y Mieles S.A. (CIAMSA), y la
Asociación Colombiana de Técnicos de la Caña de Azúcar.
Con una producción de más
de 14 toneladas de azúcar por hectárea al año, se procesan cerca de 22 millones
de toneladas de caña para producir un poco más de 2,2 millones de toneladas de
azúcar anuales, de las cuales 1,6 millones de toneladas se destinan para el
consumo nacional (la mitad de ellas en los hogares y la otra para la industria
de alimentos), y 0,6 millones para exportar a Estados Unidos y América Latina.
En la cadena de valor, se generan 265 mil empleos, de los cuales cerca de 9 mil
500 son directos. Al respecto, mientras del café viven cerca de 500 mil
familias en Colombia, de la caña panelera lo hacen 300 mil más.
Al lado del café, la
caña panelera, es uno de los cultivos que mayor económica y social más
significativas del país, por ser un alimento y no un simple edulcorante, por la
mano de obra que ocupa en el medio rural y por el alto consumo percápita. Esta
actividad en la que Antioquia es el departamento más representativo en cuanto a
la producción de caña panelera y de panela en Colombia, se caracteriza por
emplazarse en en zonas marginales con bajos rendimientos, perdidas en el beneficio
y un sistema de comercialización que debe soportar la amenaza de panela importada
del Ecuador y Brasil, de los derretidores clandestinos de azúcar, y de un de un
ingenio panelero que ha industrializado la producción a gran escala en el
departamento del Cauca.
Aunque el monocultivo
con caña de azúcar y uso de la quema para cosechar la panela es una práctica
común que ocasiona la degradación ambiental, los impactos ambientales más
graves de la agricultura son invisibles a los ojos de la población y los
consumidores; entre ellos se encuentran los efectos en el suelo, ríos y aguas
subterráneas debido al uso de plaguicidas, la compactación del suelo por el uso
intensivo de maquinaria agrícola, la erosión del suelo, las emisiones de quema
de caña antes de la cosecha, y el empobrecimiento de la diversidad biológica
por el monocultivo.
Hidroeléctricas
Imagen 08: Hidroituango (Antioquia) y Salvajina
(Cauca).In: Valoraanalitik y Calibuenasnoticias.
Sabemos que la
hidroelectricidad con una participación del 70% en el arco energético nacional,
contribuye con el 2,2% del PIB. Pero las hidroeléctricas consideradas como
sinónimo de desarrollo, han dejado lecciones: como premisa: cuando se
construyen presas, bien es sabido que al alterar la dinámica de los sistemas
cenagosos y caños, estableciendo los pulsos y patrones de desbordamiento,
inundación, desbordamiento y fertilización natural, en función del mercado
energético, se afectan de forma negativa y severa las actividades agropecuarias
y pesqueras, al igual que los procesos ecológicos. Súmese a estos, los efectos
negativos sobre la cobertura vegetal de estas grandes obras en su área de
inundación y vías, y la eutrofización del agua represada.
Creada la CHEC en 1944,
construirá entre 1951 y 1969, la Ínsula (32 Mw), la Esmeralda (30 Mw) y San
Francisco (135 Mw), soportadas en pequeños embalses, para generar energía en un
escenario de cafetales con sombrío que no debía ser deforestado. Entre 1961 y
1969, se construye Calima de 120 mil Kw con un embalse de 19 km2 de doble
propósito; energía y turismo. Vendrá Salvajina inaugurada en 1985 en el
noroccidente caucano, una hidroeléctrica de 270 mil Kw con funciones
reguladoras y de riego, concebida para salvaguardar de las inundaciones
cultivos de caña y zonas urbanas aguas abajo, a costa del desplazamiento de
pobladores. En 1955 se había creado EPM, hoy la empresa con más activos en el
país después de Ecopetrol, dueña del Embalse Peñol-Guatapé, y de otros
desarrollos hidroeléctricos (Guadalupe III y IV, Riogrande I y II, y Playas),
que le representan 2,2 millones de Kw a Antioquia.
También EPM está en el
proyecto Pescadero Ituango- Hidroituango-, un megaproyecto de 2,4 millones de
Kw ubicado entre el municipio de Ituango y el corregimiento de Puerto Valdivia,
que a un costo de US $ 4 mil millones, se desarrolló para cubrir el 16% de las
necesidades de electricidad de Colombia, a cambio de la suerte de Ituango, y el
drama en Puerto Valdivia, Cáceres, Tarazá y Caucasia por el riesgo e impacto de
un embalse de 75 Km de largo, tras una presa de 220 metros de altura que
alberga 20 millones de metros cúbicos de agua.
De lo anterior se
infiere que los grandes proyectos hidroeléctricos de Colombia, caso
Hidroituango y el Quimbo, están dejando pasivos, con costos económicos,
sociales y ambientales, relacionados con el escenario de riesgo de colapso de
la presa o las pérdidas económicas, y los severos impactos para la
biodiversidad y para los servicios ambientales y la economía de las comunidades
de pescadores que cosechan el río.
Ahora, tras la crisis de
Hidroituango, en virtud de la grave problemática presentada en abril 28 de
2018, además de lo anterior como factura del costo de un crecimiento sin desarrollo,
al lado de las grandes lecciones ambientales derivadas de semejante
imprevisión, quedan otras en materia de competitividad y sostenibilidad
relacionadas con el desarrollo minero-energético del país, como lo son, además
de la necesidad de articular políticas sectoriales para prevenir enclaves
económicos, la importancia de construir confianza con los diferentes actores y
de ofrecer seguridad jurídica para la estimular inversión.
En la construcción de
Hidroituango se decidió el taponamiento definitivo de los túneles de
desviación, y la construcción de la galería auxiliar sin capacidad para
conducir agua a altas presiones, en un escenario de alta incertidumbre
tecnológica que podía dar sorpresas, razón por la cual se generó la emergencia
del 28 de abril de 2018 y posterior contingencia. Al respecto, la ingeniería
sabe que mientras la incertidumbre en la estabilidad de una estructura de
concreto varía entre el 4 y 6 porciento, gracias al conocimiento previo que
tiene el calculista de la geometría, resistencia y comportamiento predecible de
los elementos estructurales; contrariamente, en las obras subterráneas, como lo
son túneles y cimentaciones que soportan grandes cargas, la incertidumbre
ocasionada por las variaciones erráticas y aleatorias de los macizos rocosos,
llega al 30 porciento, e incluso a valores del 50 porciento en el complejo
medio tropical andino.
Café
Imagen 09: Usos potenciales y actuales del suelo,
en la Ecorregión Cafetera de Colombia. In: SIR-Alma Mater.
Aunque los primeros cultivos
comerciales de café crecieron en la zona oriental del país a partir de 1835, la
consolidación del café como producto de exportación en Colombia sólo se dio a
partir de la segunda mitad del siglo XIX. Entre los años setenta del
siglo XIX y comienzos del siglo XX, la producción concentrada en Santander y
Cundinamarca, pasó de 60 mil a 600 mil sacos de 60 kilos. Luego con la
crisis de las grandes haciendas y la Guerra de los Mil Días, los pequeños
productores que desde 1875 habían comenzado a cultivar el café en algunas zonas
de Santander, Antioquia y el Viejo Caldas, bajo un modelo basado en la economía
campesina, consolidan el modelo exportador cafetero durante las primeras
décadas del siglo XX, y crean la Federación Nacional de Cafeteros en 1927 para irrigar
los beneficios de la caficultura por poblados y veredas.
El Paisaje Cultural
Cafetero de Colombia, conformado por 47 municipios en su área principal y 4 más
de su área de influencia, comprende 340.000 hectáreas de la zona rural en 858
veredas cafeteras donde habitan cerca de 500.000 personas, y 3.500 hectáreas de
zonas urbanas de los municipios de Aguadas, Belalcázar, Chinchiná, Neira,
Pácora, Palestina, Risaralda, Salamina y San José en Caldas; Montenegro,
Salento y Filandia en Quindío; Apía, Belén de Umbría, Marsella y Santuario en
Risaralda; así como El Cairo en el Valle del Cauca.
La declaratoria del
Paisaje Cultural Cafetero como patrimonio de la humanidad, por La UNESCO
(2011); representa una oportunidad para hacer de dicho instrumento un factor de
desarrollo rural integral, mediante la implementación del “bioturismo”-
concepto que incorpora cultura y medio ecosistémico -, apalancado con un
programa de vías lentas que cruce poblados lentos. Pero la Ecorregión Cafetera,
es un paisaje deforestado: según el SIR y Alma Mater (2002), de un uso
potencial del suelo del 54 % para fines forestales, la cobertura de bosques
sólo llegaba al 19%; y de un potencial para potreros de sólo el 4%, la
cobertura era del 49%; además en los usos agrícolas y agroforestales, de un
potencial del 21% y 20% en su orden, la cobertura agrícola era del 30% y la
agroforestería no se implementaba.
Lo anterior supone no
solo recuperar la economía campesina con los símbolos y valores de su cultura,
sino también una reconversión del modelo agrario cafetero hoy soportados en una
agroindustria, que en lugar de aportarle valor agregado al café, con los
monocultivos y el uso de productos químicos, ha destruido la biodiversidad y
convertido la caficultura en una economía de enclave. Con el Paisaje Cultural
Cafetero, la suerte de los pequeños poblados cafetaleros dependerá del papel
del transporte rural como catalizador de la reducción de la pobreza, del
bahareque como arquitectura vernácula, de la salud del suelo y del agua, del
sombrío para la biodiversidad, de las sanas costumbres, y de un cúmulo de
elementos tangibles e intangibles de nuestro patrimonio cultural y natural.
Pero el bioturismo que
se soporta en lo autóctono y en la biodiversidad, exige una revolución
educativa, para hacer viables la reconversión productiva, el desarrollo de la
identidad cultural, el fortalecimiento del tejido social y la solución de la
brecha de productividad entre ciudad y campo, y eficaz el apoyo institucional.
Colombia, con 9.153 especies endémicas y 56.343 registradas en 2016, aparece
entre los doce países biodiversos del mundo y el primero en aves y orquídeas:
por esta razón el aviturismo se constituye en una opción económica, ya que con
el 20% de las aves existentes en el planeta, equivalentes a 1.912 especies, de
las cuales 79 son endémicas, el país tiene la mayor diversidad de aves del
mundo. Ahora, para comprender la importancia del bioturismo como opción de
desarrollo, vasta señalar que, mientras el cultivo del café le aporta al PIB nacional
el 8%, a nivel mundial y también en Costa Rica, el turismo participa con el 10%
del PIB y de la generación de empleo.
Contaminación
Imagen 10. Huella hídrica de la agricultura en
Colombia, en la cual se muestra que el Café con el 22% y la Caña de azúcar con
el 11%, representan la tercera parte de la huella total del sector agrícola del
país. WWF 2012.
Colombia con el 5% del
patrimonio hídrico mundial y un rendimiento hídrico que supera seis veces el
promedio mundial y tres veces el de Latinoamérica, solamente trata de manera
adecuada el 11% de los vertimientos; además, pese a su abundancia, según el
IDEAM, de 1.122 municipios, 521 consumen agua sin tratamiento, en el 70% de
ellos con riesgo para la salud y en el 21% sanitariamente inviable; y en
materia de cobertura, según el DANE aún se requiere extender el servicio de
acueducto que no llega a 3,6 millones de personas y el de alcantarillado para
cubrir a 5,6 millones más.
En el país, las aguas
subterráneas que representa entre el 70 y 75%, por su enorme valor estratégico
para la Región Andina donde se concentran el 65% de la población y 70% del PIB,
y solamente se posee el 12 a 13 % del patrimonio hídrico, erróneamente
considerado recurso -y como tal objeto de explotación- deberían ser declaradas
un bien común de interés general, máxime cuando el riesgo de desabastecimiento
por la amenaza del cambio climático obliga a tener previsiones necesarias.
Para empezar, Medellín,
Popayán y las capitales del Eje Cafetero,entre otras ciudades importantes,
hacen sus vertimientos no tratados. Igualmente Cali, que durante 40 años le
aportó los lixiviados del Basurero de Navarro al río, solo trata el 60% de las
aguas servidas. Dicha problemática ambiental, no solo se asocia a las
actividades agrícolas, ganaderas, pesqueras y madereras, sino también a la
minería del oro y la generación eléctrica a gran escala, a pesar de que existen
reglamentaciones y controles para la extracción y uso de mercurio, así como
para prevenir los procesos erosivos y de degradación de suelos.
Además de los pasivos
ambientales de proyectos como Hidroituango rompiendo la conectividad biológica
a gran escala, en detrimento de los derechos bioculturales del vasto
territorio, e inundando una gran porción del cañón del Cauca, debe contemplarse
el riesgo para los ribereños y pescadores relacionado con el vertimiento de 50
toneladas de mercurio provenientes de la minería aurífera, y los vertimientos
industriales (sector alimentos principalmente), agrícolas (plátano, aguacate…)
y pecuarios (ganadería, porcicultura…), e incluso el envenenamiento de animales
y especialmente de peces, con sus consecuencias en la cadena trófica.
La destrucción de
bosques de galería y selvas tropicales, no solo para el aumento de la ganadería
en valles y sabanas, sino también para la expansión de la frontera agrícola,
los monocultivos y el uso de productos químicos en las actividades agrícolas y
pecuarias, ha traído como consecuencia la deforestación, la fragmentación de
los ecosistemas, el descontrol hídrico y pluviométrico, la eutrofización de suelos
por compuestos con elevadas concentraciones de nitrógeno y fósforo, y la
contaminación de aguas por el uso intensivo de fertilizantes fosfatados y a
base de calcio, que han generado altas concentraciones de metales pesados (Cu,
Ni, Cr y Zn) en los sedimentos, entre otros impactos devastadores para la
biodiversidad y para los servicios ambientales del territorio.
El acuífero de la zona
plana del valle del Río Cauca, emplazado en una de las grandes cuencas
intramontanas de Colombia, con una extensión de 3337 km2, suministra el 80% del
agua subterránea que se extrae del país, abasteciendo cerca de un millón de
habitantes, 122 mil has de cultivos y más de 122 industrias. Habrá que
preguntarse sobre el impacto de los lixiviados del relleno sanitario de Manizales,
así se estén monitoreando a 300 m de profundidad, por estar ubicado a 2000 msnm
sobre el acuífero de Santágueda cuya altitud es 1000 msnm.
Pero en la cuenca del
Río Cauca los municipios más afectados por la mala calidad del agua
superficial, son los que están en los tramos cercanos a Popayán por el impacto
del relleno sanitario de la ciudad, a Cali por los vertimientos industriales y
domésticos de la ciudad, y a Juanchito, a Candelaria, Obando, La Virginia
(Risaralda) y Santafé de Antioquia (Antioquia), porque reciben aportes de
sólidos y de materia orgánica de la zona agroindustrial.
Ahora, el impacto de las
aguas residuales y desechos ciudadanos, vertidos a las fuentes hídricas de la
gran cuenca del Cauca-Magdalena, caso Río Bogotá donde se reportaron altas
concentraciones de hierro (Fe), plomo (Pb) y cromo (Cr), explica que entre las
corrientes más contaminadas de Colombia, además de los ríos Bogotá y Suárez que
descargan en el Magdalena, también estén los ríos Quindío afluente de La Vieja,
Otún-Consota, Medellín como afluente del Porce-Nechí, y Chinchiná-Guacaica,
todos ellos que descargan en el Cauca, con lo cual el río también entra a la
lista.
Los ríos más
contaminados en la cuenca del Río Cauca, por presencia de mercurio como
protagonista por su elevada toxicidad y riesgo de bioacumularse y magnificarse
en la cadena trófica, son: en Cauca por los vertimientos de Popayán, Morales,
Suárez y Santander de Quilichao, el Río Cauca; en el Valle del Cauca por
vertimientos de Cali, Candelaria y Guacarí, se afecta el Río Cauca, y por
vertimientos de El Cerrito se afecta el Río Cerrito; en Risaralda por
vertimientos de Marsella, se afecta el Río Otún; en Caldas la Centro Sur afecta
el Río Chinchiná, Neira el Río Tapias, Supía el Río Supía, Marmato la Quebrada
Marmato, y Aguadas el Río Cauca; en Antioquia, La Pintada, Sabanalarga, Toledo
y Briceño afectan al Río Cauca, Venecia al Río San Juan, Amagá al Río Amagá y
Santafé de Antioquia al Río Tonusco; también en Antioquia, Valdivia al Río
Tarazá, y Caucasia y Tarazá afectan al Río Cauca. De lo anterior se desprende
el riesgo para los municipios de la Depresión Momposina, donde los pobladores
reciben, además de las aguas servidas del 65% de los colombianos, el mercurio
proveniente de 1200 minas de aluvión que utilizan el mortal metal.
El Plan de
Manejo de la Gran Cuenca
Imagen 11: Río Cauca. Rendimiento hídrico y
Demanda hídrica agropecuaria. Fuente: Río Cauca: la geografía económica de su
área de influencia.
Los Planes Estratégicos
de las Macrocuencas, reglamentados en el Título II del Decreto 1640 de 2012, de
conformidad con la Política Nacional para la Gestión Integral del Recurso
Hídrico expedida en 2010, deben contemplar los siguientes instrumentos de
planificación: el plan de gestión ambiental regional (PGAR), el plan de acción
(antes plan de acción trienal PAT), los planes de ordenación y manejo de
cuencas hidrográficas (POMCA), los planes de ordenamiento del recurso hídrico
(PORH), y el plan de ordenación forestal (POF), así como los planes de manejo (PM)
de los ecosistemas más importantes; además, deben asesorar y concertar los
planes de ordenamiento territorial (POT) y de saneamiento y manejo de
vertimientos (PSMV).
Para la recuperación de
la cuenca del Magdalena, la Constitución Política en su Artículo 331, crea la
Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdalena, CORMAGDALENA, a
la cual le encomienda: 1- la Recuperación de la navegación y actividad
portuaria; 2- la Adecuación y conservación de tierras; 3- la Generación y
distribución de energía; y 4- el Aprovechamiento y preservación de los recursos
ictiológicos y demás recursos naturales renovables. También, la Ley 161 de 1994
reglamenta la Corporación y le define funciones, patrimonio y otras
obligaciones.
En dicho contexto, los
INSTRUMENTOS para el ordenamiento hidrológico de la cuenca Magdalena–Cauca, son
1- el Plan de Ordenamiento y Manejo Integral de la cuenca del Río Grande de la
Magdalena; 2-el Plan de Manejo de la Cuenca Magdalena-Cauca; 3- el Plan Maestro
de Aprovechamiento Río Magdalena; y 4- el Plan Maestro de Energía, Fuentes
alternativas, y Redes de suministro. En el marco del cambio climático la
relevancia de este ítem se debe a que los indicadores medioambientales muestran
una vulnerabilidad significativa con alto nivel de riesgo, para
las poblaciones vecinas al río.
Ahora, para el Río Cauca
específicamente, en 2017 se creó en Cali la Comisión para la Recuperación del
Río Cauca, conformada por actores sociales de la cuenca alta, vinculados al
sector público, la academia y el sector privado, para emprender con el trabajo
conjunto una tarea que tomará 30 años, consistente en mejorar la seguridad
hídrica en cantidad y calidad, y garantizar el acceso equitativo y el uso
adecuado del recurso hídrico. Aunque se pretende considerar el río en toda su
extensión, la prioridad de la Comisión, es su parte alta y media por tratarse
de una problemática nacional y de un enorme desafío que demanda inversiones
importantes que no dan espera.
Este Plan de Manejo a
nivel del Cauca-Magdalena, en el eje de reforestación contempla: a) el
cubrimiento del bosque reportado para la década de los años 70´s, que en toda
la cuenca Cauca-Magdalena suma más de 7 millones de ha, de las cuales tan solo
un 10% es factible de ser intervenido por ser el área con vocación forestal; y
b) la Restauración de Rondas interviniendo una franja de 30 m paralela y
adyacente al cauce del río, cuantía equivalente a 6 hectáreas por kilómetro de
río.
En el Eje de
Contaminación: mientras El CONPES 3383, Plan de Desarrollo del sector de
Acueducto y Alcantarillado de 2005, plantea una meta de cobertura en
alcantarillado urbano del 100% para el año 2019; también como meta el
tratamiento plantea intervenir el 50% de aguas residuales domésticas.
Igualmente, el Decreto 1594 de 1984, al reglamentar el tipo de vertimientos
directos sobre el sistema de alcantarillado, y exigir una reducción de al menos
el 80% de la carga del efluente, señala como objetivo de calidad la reducción
del 80% de las cargas de Demanda Química de Oxígeno DQO. Ahora, en lo
específico, el objetivo que señala la Comisión para la Recuperación del Río
Cauca es la cuenca la alta, como una prioridad local, regional y nacional,
centrada en los departamentos de Cauca y Valle del Cauca para beneficiar una
población de 6 millones de personas, a través de la materialización de
iniciativas y de la articulación de actores estratégicos, en torno a una agenda
de trabajo cuyas problemáticas están definidas.
Cambio climático
Imagen 12: escenarios de cambio climático para fin
de siglo, en Colombia. Ideam 2015.
Al 2040, Los impactos
combinados de cambio climático y permutación en la cobertura vegetal de la
Macrocuenca Magdalena-Cauca, son las mayores tasas de evapotranspiración a
nivel local y regional. El cambio en la cobertura vegetal puede incluso
invertir la tendencia que se presenta solo bajo cambio climático, en algunos
puntos entre la Cordillera Central y la zona de la Mojana; de ahí la necesidad
de insistir en la recuperación de la cobertura vegetal, para mitigar efectos
del cambio climático.
En la zona norte de la
Macrocuenca, al 2040 se prevé disminución de la evapotranspiración, pese a
aumentos en la temperatura asociados al cambio climático, lo que se traduciría
en sequías más fuertes y menor disponibilidad de agua. En cuanto a la zona sur,
más montañosa, se estima que al 2040 la humedad de la primera capa del suelo
tiende a aumentar, así como la evapotranspiración y por lo tanto la
precipitación y los caudales, lo que se traducirá en suelos más saturados,
incremento de la erosión, mayores probabilidades de inundaciones y de fenómenos
de remociones en masa.
Ahora, en un escenario
temporal de mayor extensión, como el 2070-2100, mientras la demanda hídrica
continúa expandiéndose, la oferta continuará afectándose por factores como la
deforestación, la degradación de los ecosistemas y la contaminación antrópica.
Según el IDEAM, si de las cuencas hidrogeológicas del país, la más utilizada es
la Macrocuenca, tanto en el valle del Cauca, como en las cuencas alta y media
del Magdalena, habrá que preguntarse qué ocurrirá en toda la Región Andina de
Colombia, que aunque concentra 32,5 millones de habitantes equivalentes al 65%
de la población del país, sólo posee el 12% de su patrimonio hídrico
subterráneo y el 13% de las escorrentías; mientras las región caribe con sólo
el 20% de la población, posee tres veces más agua.
En la región andina de
Colombia para finales de siglo, y en particular en la cuenca del Río Cauca, se
prevé que en general la temperatura se incremente más en las partes bajas, y
por lo tanto en los valles interandinos y en el bajo Cauca, y menos en las
tierras altas cordilleranas; mientras que con la precipitación para finales de
siglo, ocurrirá todo lo contrario, salvo en la parte central del Valle del
Cauca.
Y al tiempo que, para el
2070- 2100 la temperatura se incrementará desde 1° en el Valle del Cauca y
cañón del Río, hasta 2° en la cuenca baja del Cauca, las lluvias serán desde un
20 hasta un 40 % mas intensas en el centro de Antioquia, Eje Cafetero, Norte y
Sur del Valle y Norte del Cauca. Según el IDEAM, entre los 391 municipios
susceptibles a desabastecimiento en el territorio Nacional priorizados,
distribuidos en 24 departamentos, con una afectación en al menos el 50% de sus
municipios, están Quindío y el Valle del Cauca. Para el caso caldense, preocupa
el cañón del Cauca al norte de Irra.
A modo de epílogo:
estrategias de desarrollo
Imagen 13: Sistema intermodal de transporte para la
Región Andina de Colombia, soportado en trenes e hidrovías conformando corredores
logísticos. Fuente: http://bdigital.unal.edu.co/1879/
En su recorrido por los
departamentos del Cauca, Valle, Risaralda, Caldas, Antioquia, Sucre y Bolívar,
tal cual lo hemos señalado, se localizan actividades productivas de importancia
regional y nacional, como la industria azucarera, los cultivos de café y otras
actividades agropecuarias, mineras e hidroeléctricas.
Si se excluyen las
ciudades capitales de departamento, la producción de los municipios vecinos de
primer y segundo orden del Río Cauca, le aportan el 20% al PIB nacional,
situación que se debe contrastar con el 34,4% de aporte de dichos departamentos
y el 31,6% de aporte de Bogotá y Cundinamarca. Al respecto, se debe recalcar
que en la Ecorregión Cafetera, el PIB que se concentra en las capitales
cafeteras, no sólo podría redistribuirse sino crecer, de optarse por una
revolución urbana soportada en una integración territorial, concebida en el
marco de la Ley 388 de 1997 de Ordenamiento Territorial y en la LOOT de
2011, que aproveche la relación favorable y positiva entre
movilidad-conectividad y economía.
Tal cual lo estamos
advirtiendo en Colombia, con el calentamiento global habrá que tomar
previsiones soportadas en medidas estructurales: además de los eventos extremos
según las previsiones ocurrirían alteraciones climáticas preocupantes, ya que
para finales del siglo XXI por cada grado centígrado se producirá un cambio
altitudinal de 170 m en las zonas de vida de la ecorregión cafetera, fenómeno
que además de incidir en la aptitud de los suelos, demandará una planificación
que contemple la gestión del riesgo, el análisis de los cambios en el uso del
suelo, y la valoración de los impactos sobre la biodiversidad dada la
fragmentación de los ecosistemas, y la disponibilidad hídrica, entre otros.
Entre las opciones de
desarrollo regional, dos prioridades: primero, un nuevo modelo educativo que
desarrolle el talento humano, pensado no para la sociedad industrial de ayer
sino para la sociedad del conocimiento, buscando acceder a la cuarta revolución
industrial (Robótica e Inteligencia artificial), donde las principales opciones
estarán en la biotecnología, las TIC y la economía naranja; segundo, la
construcción de un paisaje resiliente e incluyente, soportado en el territorio
visto como sujeto de derechos bioculturales, y por lo tanto como una
construcción social e histórica; y tercero, una revolución urbana prospectiva
en el marco de la teoría urbana moderna, consolidando para el efecto, además de
las Áreas Metropolitanas y de las Regiones Administrativas de Planificación
RAP, una gran ciudad región sobre el eje Cali-Medellín, lo que supone empezar
por la Ciudad Región del Eje Cafetero.
Y tratándose del Río
Cauca, y por lo tanto del patrimonio hídrico, sabiendo que en Colombia el agua
contribuye con el 10% del PIB, la pregunta es: ¿qué hacer si los costos
ambientales asociados al agua suman 3,5% y los costos ocultos el 1%?. Para
responder esta pregunta, partamos de las fortalezas de la cuenca, ya señaladas,
como lo son el fértil valle del Cauca, las feraces tierras cafeteras y el
potencial de generación hidroeléctrica, aprovechable para la producción de
commodities.
Entonces según
información del Banco Mundial, si en la demanda hídrica de Colombia, el sector
agrícola participa con cerca del 54%, el uso doméstico con el 27% y la
industria con el 19%, mientras que para el promedio latinoamericano estas
participaciones son 72%, 17% y 11%, respectivamente, entonces la propuesta ítem
por ítem, sería:
1- Si para 2050 la
agricultura a nivel global tendrá que producir entre un 60% y 100% más de
alimentos, se requerirá elevar la productividad con una gestión agrícola
óptima, además de reducir la huella hídrica gris en cultivos como Café y Caña
de azúcar, y planificar ambientalmente cultivos hidrófogos como la palma
africana y el aguacate, se deberá avanzar en la gestión del agua subterránea
como bien público de interés general; 2- en el sector doméstico, el desafío es
no sólo mejorar las coberturas de acceso y la calidad del agua, sino también el
tratamiento de vertimientos y reducir la contaminación para salvar el Cauca; y
3- respecto a la industria, entre los requisitos de sostenibilidad hídrica
frente a la producción en masa, para extender los beneficios del progreso habrá
que reducir los costos ambientales y ocultos, que gravitan en el PIB del agua.
Ahora, pero siendo el
territorio de la cueca parte sustantiva de la región Andina, y compartiendo con
ella su condición mediterránea, adicionalmente, esta propuesta para convertir
la posición geoestratégica del Eje Cafetero en una ventaja competitiva: se
puede estructurar un sistema intermodal de transporte que conecte los centros
de gravedad de carga de la región Andina (la Virginia y el Altiplano), a los
mares. Si en las dos cuencas del Cauca-Magdalena se genera el 70% del PIB y de
la carga, en lugar de poner a compartir a lo largo del Magdalena, ferrocarril
carretera y río, la propuesta sería salvar las cordilleras mediante un sistema
ferroviario provisto de túneles y viaductos, y llevar el tren a lo largo
del Cauca para conectar el Altiplano con Urabá y Buenaventura, y de paso a la
hidrovía del Magdalena.
Para valorar la
eficiencia modal entre el sistema Carretero, Férreo y Fluvial, partiendo del
presupuesto de que la capacidad de carga por viaje es de 5000 ton en un convoy,
de 2500 ton en tren y de 30 ton en tractomula, dado que por cada HP de potencia
en cada medio se mueven 1000 kg por agua, 500 kg por ferrocarril y 150 kg por
carretera, entonces respecto a la tractomula la hidrovía resulta 6 veces más
económica y el tren de 3 a 4 veces. De ahí la importancia de obtener economías
modales ya que, de contar con carga suficiente para trenes e hidrovías,
estas economías se multiplican entre tres y cinco veces en el volumen
exportado, tal cual lo señala el BID en el estudio “Destrabando las arterias”
(BID 2010), al tratar el impacto asociado a la gestión eficiente del sistema de
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* GDE. Profesor de la
Universidad Nacional de Colombia y Miembro de la SMP de Manizales. http://godues.webs.com
Ref: Ponencia para la 4°
Cátedra de Historia Regional de Manizales y Caldas “Alipio Jaramillo Giraldo”.
Auditorio Tulio Gómez Estrada. Universidad de Caldas. Manizales, 24 de
Septiembre de 2019.