Por: Claudia Torres Arango*
Para poder mostrar contrastes en aspectos sociales, económicos y ambientales, no sólo para la vida de las personas, sino para la condición de un territorio, es imperativo aludir a dos expresiones: la equidad y la igualdad, cuya diferencia fundamental se relaciona con la justicia.
En Colombia la lucha contra la pobreza ha sido un propósito en el cual varios gobiernos se han empeñado durante las últimas décadas con relativo éxito, aunque en tiempos de pandemia la situación haya tenido un retroceso notable, por circunstancias que también vive el mundo y afectan a la humanidad en su conjunto.
Las personas suelen retribuir a otras, en ocasiones de forma inequitativa, pensando en la igualdad, cuando en justicia cualquier retribución en principio, debería mantener proporción con el esfuerzo individual. Aún más el asunto se hace más complejo cuando se evalúan logros porque estos no siempre son proporcionales al esfuerzo de la persona, toda vez que algunos gozan de medios naturales o artificiales excepcionales para lograr sus cometidos, razón por la cual el más pobre o el menos inteligente con mayor aplicación puede dar menos que el que estaba de antemano favorecido.
Entremos entonces al terreno de los indicadores: para empezar el GINI de la Tierra y el GINI del ingreso, un índice que variando de cero a uno, dice hasta qué grado cada factor está bien distribuido (valor cero) o está concentrado (valor uno).
En el año 2009 la tierra en Colombia mostraba un GINI de 0,88 según el Índice de Desarrollo Humano, al tiempo que el GINI del ingreso era del orden de 0,56. Aunque hay que aceptar que estos valores de por si abrumadores por la inequidad que subyace en ellos, si se compara con otros países de la región ha tenido una reducción de algunos puntos, la lucha contra la pobreza ha tenido mejores indicadores dado que en economía se sabe que el asunto se resuelve de forma fácil con asistencialismo, mientras que el tema de la tierra exige una reforma agraria que ni siquiera después de los Acuerdos de la Habana se ha querido implementar: cuando se habla de Justicia, Paz, Reparación y No Repetición, en este país de desplazados, donde el 43% de los propietarios dice no conocer la procedencia de su dominio, no es raro que el terrateniente no esté dispuesto a decir cómo la obtuvo y a devolverla para reparar al desposeído. Como contraste aquí puede advertirse que el 1 % de las fincas de mayor tamaño tienen en su poder el 81% de la tierra y que los colombianos que habitan los medios rurales son fundamentalmente minifundistas, puesto que las Unidades de Producción Agropecuaria-UPA de menos de media hectárea, representan el 70% del total de UPAs. Resumiendo lo anterior diríamos que la gran masa de campesinos de Colombia tiene menos tierra para vivir que la requiere una vaca para pastar.
En el terreno de la pobreza parámetro en el cual al 2019 era del 37.5%, la pandemia hará que esta crezca entre el 47 al 49%, superando el 44% que fue el nivel de 2011, lo que significa un retraso que supera en 5% lo logrado en una década. Aquí el contraste podría ser entonces la brecha que existe entre ciudad y campo puesto que en los medios rurales donde habitan 11,8 millones de colombianos, el 62% (7,5 millones) son pobres y el 22% (2,6 millones) viven en la indigencia. Esto que no sea óbice para desestimar la pobreza urbana, donde los factores que la explican son la desigualdad económica, el alto nivel de desempleo y los impactos de la inflación y crecimiento económico desigual entre otros, lo que se traduce en exclusión social, malnutrición y analfabetismo, para no hablar de violencia.
El país venía buscando una meta de un dígito con lo cual logró tasas del 9,7% en 2018 y del 10,5% en 2019. Pero entonces la pandemia hizo que esta problemática se acentuara llevando el desempleo a 21,4% en mayo y 19,3% en noviembre, razón por la cual la tasa que se espera cerrando el año estará entre el 15 y el 17% lo que supondrá varios años más para retornar a la situación anterior. El problema aunque pareciera ser de gravedad insuperable no lo es, dado que la expectativa a largo plazo es todavía más funesta. Con el advenimiento de la inteligencia artificial dado el bajo nivel de escolaridad y matizado con un modelo educativo que no desarrolla el talento humano, pocas expectativas tendrán nuestros jovenes para insertarse a la sociedad del conocimiento. Esto para no hablar de lo que les espera en un escenario sin seguridad social cuando en Colombia el 60% del empleo es informal y los de menor tasa de participación a los beneficios del empleo regular son los jovenes y las mujeres.
Por último el tema ambiental donde la pregunta fundamental es qué le dejaremos a las futuras generaciones, de este que es el segundo país más megadiverso del planeta, con 50.000 especies registradas y el 15% del territorio continental en áreas protegidas y que también ocupa el segundo puesto en el mundo por el patrimonio hídrico en ríos y mares, con una producción de agua dulce per capita anual de 50.000 metros cúbicos por segundo.
En cuanto a lo primero basta decir que de 81 ecosistemas, 38 se encuentan en peligro (de ellos 16% en la región andina y 71% en la caribe, que son las áreas mas pobladas del país, razón por la cual además de los humedales que suman 20 millones de hectáreas en marismas, charcas, lagos, ríos, llanuras de inundación y pantanos no se sabe qué quedará, puesto que la presión sobre ellos continua tal cual se sigue haciendo con páramos y bosques de niebla. Y en cuanto al agua este patrimonio que le aporta el 10% al PIB del país tiene unos costos ambientales del 3,5% y unos costos ocultos o de calidad del 1% adicional. Se puede decir también que si de más de 1.112 municipios, la mitad en Colombia no tratan el agua y más de 300 reciben agua biológicamente inviable, 6,2 millones de colombianos reciben en su casa un agua que representa alto riesgo para la salud, lo que significa un 13,6% expuestas a problemas de bacterias fecales, virus, parásitos y contaminación con sustancias químicas, tales como insumos agrícolas e industriales.
* Socia SMP Manizales. Imagen: Foto vía reporterosasociados.com.co en www.las2orillas.co
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