Por: OAM -UN:
Claudia Torres y Gonzalo Duque.
Las inundaciones, sequías e incendios, consecuencia
de un clima extremo que cada vez más está afectando muchas regiones del mundo, se
han constituido en una problemática ambiental con profundas consecuencias
económicas y sociales. “Para muestra un botón”: el caso colombiano y del Río
Magdalena.
Imagen1: Colombia-Escenarios de
Cambio Climático al 2100 (IDEAM) -vs- Vulnerabilidad y Riesgo por Cambio
Climático (PMA)
De conformidad con el informe del Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) del 2021 presentado en agosto pasado,
señala que, si bien muchos de los cambios en el clima no tienen precedentes en
cientos de miles de años, y algunos fenómenos asociados que ya se están
produciendo como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir,
también las acciones humanas para mitigar el calentamiento del planeta pueden
aún determinar el curso futuro del clima.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), en lo corrido Latinoamérica con Cuba, México y Haití como los países
más afectados por tormentas tropicales y huracanes que han dejado cerca de 29
millones de personas damnificadas y 5.000 muertes, e igualmente con más de 10
millones de afectados en Colombia, país que registra más desastres por
inundaciones, permite señalar a América Latina y al Caribe como la segunda
región del planeta más propensa a sufrir desastres naturales, una problemática
que se agrava al tratarse la región más inequitativa del mundo.
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Colombia y el Río Grande
Imagen2: Cuenca Magdalena-Cauca
(James P.M. Syvitski) - Cambio de Coberturas 1970-1990 - y Ecosistemas en
Riesgo (IAvH)
En Colombia, con la vulnerabilidad a los cambios climáticos
asociada a la pérdida de las coberturas vegetales, dicha amenaza no solo
compromete a sus ecosistemas fragmentados, sino también el suministro de agua
para la población y la seguridad de las personas expuestas a los eventos
hidrogeológicos extremos. De ahí que, entre los temas cruciales estará el
futuro de las hidroeléctricas, una fuente de energía hasta ahora considerada
fiable, pero que con el cambio climático podría inconvenientes: además del
vencimiento de la vida útil de las represas, y del creciente costoso de mantenimiento
para prevenir fallas estructurales, también las sequías prolongadas y las mayores
crecientes e inundaciones pueden significar riesgos funcionales.
La suerte del Río Grande Magdalena, que empieza por la
transformación radical de su cuenca alta, donde además de Betania llegó
el Quimbo fruto de un Plan de Ordenamiento que no contempló la autonomía
territorial ni la consulta a sus comunidades, formulado en 2009 por Hydrochina
con el aval del gobierno colombiano, terminó por desconocer a Honda, Ambalema,
Girardot y Neiva, puertos que cumplieron con una significativa actividad
naviera, para proponer la construcción de 9 represas en el Huila y 7 en Tolima.
Pero luego llega Cormagdalena en 1991 con el mandato
constitucional de velar por la recuperación integral del río Magdalena, en cuya
gestión de tres décadas sólo puede mostrar su el abandono expresado en las
problemáticas que padece esta arteria de enorme potencial desde bocas de Ceniza
hasta el Caribe: según Juan Darío Restrepo, los pescadores ya no pueden obtener
su sustento del río; todo porque además de la contaminación de origen urbano y
agropecuario, gravita una carga de sedimentos de 150 Millones de Ton/año,
consecuencia de una erosión que afecta al 78% de su cuenca.
Si por la sedimentación, además del blanqueamiento del 80% de los
corales entre Cartagena y Santa Marta asociado a la turbidez de las aguas que
se drenan por el Canal del Dique y Bocas de Ceniza, sumada a la expansión de la
frontera agropecuaria, como factores que han contribuido al daño a ciénagas y
humedales, se ha dado la reducción de la pesca de 80 mil toneladas anuales a
solo 7 mil en el río, urgiría entonces resolver una crisis integral al restablecer
los derechos bioculturales de este territorio, donde cerca de 35 mil pescadores
que han perdido su sustento por la destrucción de sus ecosistemas ícticos, también
padecen las consecuencias de múltiples factores, como la contaminación y el mal
manejo la carga erosiva que llega al río, cuando para establecer el canal
navegable se efectúan dragados vertiendo los lodos en playones, islotes y
riveras en lugar de construir rellenos externos a la vaguada, que sería lo
correcto.
La expansión de la frontera agrícola secando humedales, sumada a
los dragados que cierran caños que alimentan complejos de ciénagas y espejos de
agua, tal cual se advierte en la Mojana y en Depresión Momposina, al
desconectar los humedales que cumplen una función amortiguadora, han facilitado
enormes crecientes y desbordamientos, como el 2010 cuando se vertieron por el
Canal Del Dique casi el triple de su capacidad, fenómeno que ahora se repite al
igual que la situación que ahora se repite en el Bajo Cauca en la región de La
Mojana.
A la lamentable degradación de este gran escenario representativo
de la región andina, dado que la gran cuenca Magdalena-Cauca cubre el 26% del
área continental del país, se suma ahora la amenaza del cambio climático, dada
la vulnerabilidad del territorio asociada a la pérdida del 80% de su cobertura
vegetal: como referente, en este verde pero deforestado país, pese a ser el
segundo más biodiverso del mundo, mientras de las selvas nubladas que llegaron
a sumar 9,7 millones de ha, sólo resta la cuarta parte, de los bosques secos
que cubrían 9 millones de ha solo queda el 8%. Lo anterior según el Instituto
Humboldt, explica en parte el que tengamos en riesgo el 46% de sus 81 ecosistemas.
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Lo que viene
Imagen3: Pronóstico de probabilidad
oficial de ENSO Agosto 2021, e Histórico de las Anomalías en la Superficie del
Océano Pacífico, 1982-2020. Fuente: CPC/IRI [August 12, 2021].
El panorama actual con incendios e inundaciones cada vez más
intensos y frecuentes por cuenta del clima extremo, parece no ser el mejor: en
lo corrido del año al tiempo que hemos visto pavorosos incendios durante la
temporada seca del verano en el sur de Europa, Rusia y Norte América, también
observamos graves inundaciones por monzones severos en China, India y Myanmar,
y en la cuenca del Mississippi causadas por el huracán Ida.
Actualmente, en la Región Andina sin La Niña a pesar de estar en
la temporada veraniega asociada a la segunda temporada seca del 2021, aunque en
julio se reportaron 28 incendios de la cobertura vegetal, que afectaron 89 mil
hectáreas, lo singular es que también las lluvias de dicho mes alcanzaron
registros por encima de los niveles históricos que, según la Unidad Nacional de
Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), con inundaciones, movimientos en masa
y vendavales como los eventos más recurrentes, causaron 155 eventos en 113
municipios de 24 departamentos.
Ahora, respecto a los pronósticos para el ENSO, la probabilidad
de una Temporada de La Niña, de la fase Neutral y de El Niño, al comparar los
escenarios de Julio-Agosto-Septiembre cuyos valores fueron JAS: 41, 59 y 0,
contra los de Agosto-Septiembre-Octubre cuyos valores son ASO: 53, 46 y 1%, en
su orden, a pesar de que se puede advertir el incremento del 12% en la
probabilidad de continuar La Niña (41% contra 53%), continuamos en la fase Neutral
hasta final del presente año, momento en el cual podría alcanzarse el umbral de
la fase húmeda del ENSO conocida como La Niña. De ocurrir antes, justo cuando
inicia la segunda temporada invernal del año, que parte con el equinoccio de
otoño en septiembre 22, La Niña traería consecuencias preocupantes. Sobre el
asunto, aunque el IDEAM prevé para Colombia un clima agradable en septiembre,
anuncia que octubre estará mojado.
Imagen4: Escenario global del incremento promedio
de temperaturas al 2070-2100, respecto a 1960-1990 (HadCM3)
¿Qué hacer?
Preguntémonos cómo avanzan en el mundo y en Colombia, la
adaptación al cambio climático: sabemos que el MADS y las demás instituciones
afines, han debido formular planes y estrategias integrales que enfrenten dicho
problema, cuya responsabilidad es de todos.
Si a nivel global, según el informe del IPCC, incluso si se
aplican los objetivos de París, a finales de siglo la temperatura global
aumentaría 3 grados, y las consecuencias además de irreversibles, serían
catastróficas, a pesar de que los científicos alertan sobre la necesidad de
implementar cambios “sin precedentes” contra el cambio climático, apenas cerca de
un tercio de los países del mundo va por la ruta del cumplimiento de los acuerdos
climáticos.
Finalmente, para el caso de Colombia, preguntémonos entonces: ¿se
está acelerando la transición hacia fuentes de energía más limpias y a bajo
costo?, ¿estamos reconvirtiendo los sistemas de producción e incorporando
tecnologías amigables con el medio ambiente?, ¿existen procesos de gestión
eficiente para el uso y manejo de suelos de cultivo y de aguas superficiales y subterráneas?,
¿estamos cambiando el modelo de producción y consumo?, hemos avanzado en la
cultura del saneamiento ambiental?, ¿se han apropiado las comunidades de sus
territorios y de los procesos adaptación al cambio climático?
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* Equipo del Observatorio Astronómico de Manizales OAM, de la
U.N. de Colombia.
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